Si alguna vez has sentido que tus ojos están irritados, te pican o tienes una molesta sensación de arenilla, es posible que estés lidiando con la blefaritis. Aunque es una afección común, a menudo se malinterpreta. Como oftalmólogo, mi objetivo es ayudarte a entender qué es la blefaritis, por qué ocurre y cómo puedes manejarla de manera efectiva, no solo con tratamientos médicos, sino también con un enfoque que abarque tu bienestar general.
¿Qué es la blefaritis?
La blefaritis es, en términos sencillos, una inflamación de los párpados. Imagina que es como la caspa que puede aparecer en el cuero cabelludo, pero en la base de las pestañas. Es una afección crónica, lo que significa que tiende a ser persistente, y no es contagiosa.
Los síntomas más comunes incluyen:
- Picazón y ardor en los párpados.
- Enrojecimiento y sensación de hinchazón.
- Costras o escamas secas alrededor de las pestañas, especialmente al despertar.
- Sensación de cuerpo extraño, como si tuvieras una pestaña o arena en el ojo.
- Ojos llorosos o, paradójicamente, sensación de sequedad.
Estos síntomas pueden ser intermitentes, lo que a menudo lleva a los pacientes a confundirlos con alergias o fatiga visual.
Causas y tipos de blefaritis
Entender la causa es el primer paso para un tratamiento exitoso. Existen dos tipos principales de blefaritis:
- Blefaritis anterior: Afecta la parte externa del párpado, donde nacen las pestañas. Sus causas más comunes son:
- Bacterias: Un exceso de bacterias (generalmente estafilococos) que viven de forma natural en nuestra piel puede llevar a una reacción inflamatoria.
- Ácaros Demodex: Estos pequeños ácaros, también presentes de forma natural, pueden proliferar en las pestañas y causar irritación.
- Blefaritis posterior: Afecta la parte interna del párpado, donde se encuentran las glándulas de Meibomio. Estas glándulas son cruciales porque producen la capa oleosa de la lágrima, que evita que se evapore rápidamente. Cuando estas glándulas se inflaman y se tapan, la calidad de la lágrima se ve afectada, lo que a menudo provoca síntomas de ojo seco.
A veces, ambos tipos coexisten, lo que se conoce como blefaritis mixta.
El tratamiento médico: la higiene es clave
La piedra angular del tratamiento para la blefaritis es la higiene palpebral rigurosa y constante. No es un tratamiento que se hace una sola vez, sino un hábito diario, como cepillarse los dientes. Consiste en tres pasos:
- Calor: Aplica una compresa limpia humedecida con agua tibia o un saco de semillas caliente sobre tus párpados con los ojos cerrados durante 5 a 10 minutos. Esto ayuda a ablandar las costras y a reblandecer la grasa endurecida en las glándulas de Meibomio.

- Masaje: Después de la compresa, masajea suavemente tus párpados haciendo una ligera presión hacia los bordes con movimientos verticales. Esto ayuda a exprimir la grasa estancada de las glándulas.

- Limpieza: Usa una solución, espuma o toallita de limpieza para párpados recomendada por tu oftalmólogo o una solución diluida de champú de bebé. Limpia suavemente la base de las pestañas para eliminar las costras y el exceso de bacterias o ácaros.

En algunos casos, tu oftalmólogo puede prescribir:
- Antibióticos: En forma de pomadas o gotas, o incluso orales si la infección es más severa.
- Gotas antiinflamatorias: Para reducir la inflamación y el enrojecimiento.
- Lágrimas artificiales: Para aliviar los síntomas de ojo seco asociados.
Para aquellos casos en los que la blefaritis está asociada a una disfunción de las glándulas de Meibomio, un tratamiento complementario que está ganando popularidad es la luz pulsada intensa (IPL). Este procedimiento no invasivo, realizado en la clínica oftalmológica, utiliza ráfagas de luz para calentar y abrir las glándulas de Meibomio obstruidas, reduciendo la inflamación y mejorando la calidad de la lágrima. Se aplica en una serie de sesiones y es un excelente complemento a las rutinas de higiene diaria.

El enfoque holístico: más allá del tratamiento
El tratamiento médico es esencial, pero no es la única respuesta. Un enfoque holístico se centra en mejorar tu salud general para reducir la inflamación y prevenir brotes.

- Nutrición: Considera incorporar más alimentos ricos en ácidos grasos Omega-3, como el salmón, las nueces y las semillas de chía. Los Omega-3 son antiinflamatorios y se ha demostrado que mejoran la función de las glándulas de Meibomio.
- Hidratación: Beber suficiente agua es fundamental para la salud de todo tu cuerpo, incluyendo tus ojos. Una buena hidratación ayuda a mantener la producción de lágrimas adecuada.
- Manejo del estrés: El estrés crónico puede disparar respuestas inflamatorias en el cuerpo. Prácticas como la meditación, el yoga, el ejercicio regular o simplemente encontrar un momento para relajarte pueden marcar una gran diferencia.

- Factores ambientales: Intenta evitar ambientes con humo, polvo o mucho viento, que pueden irritar los párpados. Un humidificador en casa también puede ser beneficioso.
La blefaritis puede ser frustrante, pero con el diagnóstico correcto y un compromiso con la higiene y un estilo de vida saludable, puedes controlar los síntomas y mejorar significativamente tu comodidad ocular.